Voy a contar una historia de amor que empieza a escribirse hace exactamente 13 años en un pueblo del Sur de Chile.
Todo empezó en el colegio. Era la semana aniversario y había una tremenda revolución. Todos con buzo o "ropa de calle", la disfonía reinaba en los alumnos del pequeño y católico establecimiento. Los profesores se disfrazaban, se prestaban para bromas y reían más de lo que lo hacían en todo el año. Todo era diversión, risas, compañerismo.
Llegó el jueves en la mañana: competencias musicales. En el repertorio constaban las tradicionales "si se la sabe, cante", presentación musical en vivo por alianza y el doblaje.
Todo partió con el doblaje, se presentaron los verdes, los rojos y los amarillos, estos últimos presentaban "Grease", ella, la Yoya, representaba a Olivia Newton-John, él a John Travolta.
Lo había mirado en una oportunidad, por un conflicto con una pelota alguna vez, mas nunca lo había visto.
Debo decir que Walt Disney interfirió en ese momento pues todo lo que estaba al rededor literalmente desapareció, no había ningún ruido y puedo jurar que veía corazones efervescentes que nacían de mis sienes y hombros para luego reventar frente a mis ojos.
Cuando él y la Yoya se bajaron del escenario del pequeño salón de actos del colegio, la realidad volvió paulatinamente.
Ese día comenzó todo ...
Yo tenía 12 años, pronta a cumplir los 13. Él tenía 17, se llamaba John y era todo lo que, hasta hoy, sigo soñando.
Era obvio, por la diferencia de edad, que jamás pasaría nada, con suerte una que otra palabra cruzada de vez en cuando y para lo justo y necesario ... Se convirtió en el más dulce y amargo amor platónico.
Pasó un año, durante 365 días no pude arrancarlo de mi cabeza, todo lo que hacía, cada paso, cada sueño, era pensando en él.
Llegó un nuevo aniversario del colegio y para mi felicidad nos tocó en la misma alianza, el 7mo básico y el 4to medio. Éramos la alianza negra (obviamente ganamos).
En la competencia musical en vivo cantaron, la Yoya (su mejor amiga y amiga mía también) y él "Canción para mi Muerte". Él tocaba la guitarra muy bien ... era tan lindo y a mis ojos de niña tan perfecto.
Luego, en el sketch hicieron a "Los Corazones Service" y subieron unas tremendas motos al escenario, estuvo muy bueno ... cuando ganamos, salimos todos al pasillo y me encontré con "Mister Ferman" y me preguntó que cómo nos había ido. Yo, dentro de toda mi disfonía, intenté contestarle que habíamos ganado, se reía el mister y yo miré hacia una de las motos que ya habían bajado del escenario y ahí estaba él y me miraba con una ternura infinita ... también sonreía por mi disfonía y mi intento de contestarle a Ferman.
Rápidamente llegó fin de año, él salía casi un mes antes de que yo terminara las clases. Les hicimos una despedida: "el día de los cuartos", tiramos agua, "azul con limón", pintura. Lo pasamos bien.
Como el 4to medio se había hecho cercano al 7mo, por lo de la alianza, se fueron a despedir a la sala. La Yoya dio un lindo discurso, bien emotivo.
Yo figuraba en una esquina, escondida ... mal.
Antes, más temprano en la mañana, le había entregado una tarjeta, donde le deseaba la mejor de las suertes para su vida post colegio. La tenía en el bolsillo de la camisa.
Cuando la Yoya terminó de hablar, se despidieron ... el Johny se acercó a mi, me abrazó, me dio un beso y me dijo al oído "gracias", en un susurro.
Si todo se hubiese acabado ahí yo no estaría escribiendo esto.
Lo vi después, un par de veces -en realidad más-
La última vez fue en una visita que hice al sur, en diciembre del 2003.
Jamás me lo he podido sacar de la cabeza y creo que nunca voy a ser capaz. Es una historia linda, gracias a ella empecé a escribir.
Siempre me acuerdo de él, con mucho cariño.
Tal vez el cariño es a su recuerdo ... a su fantasma que me viene a ver de vez en cuando.
Todo empezó en el colegio. Era la semana aniversario y había una tremenda revolución. Todos con buzo o "ropa de calle", la disfonía reinaba en los alumnos del pequeño y católico establecimiento. Los profesores se disfrazaban, se prestaban para bromas y reían más de lo que lo hacían en todo el año. Todo era diversión, risas, compañerismo.
Llegó el jueves en la mañana: competencias musicales. En el repertorio constaban las tradicionales "si se la sabe, cante", presentación musical en vivo por alianza y el doblaje.
Todo partió con el doblaje, se presentaron los verdes, los rojos y los amarillos, estos últimos presentaban "Grease", ella, la Yoya, representaba a Olivia Newton-John, él a John Travolta.
Lo había mirado en una oportunidad, por un conflicto con una pelota alguna vez, mas nunca lo había visto.
Debo decir que Walt Disney interfirió en ese momento pues todo lo que estaba al rededor literalmente desapareció, no había ningún ruido y puedo jurar que veía corazones efervescentes que nacían de mis sienes y hombros para luego reventar frente a mis ojos.
Cuando él y la Yoya se bajaron del escenario del pequeño salón de actos del colegio, la realidad volvió paulatinamente.
Ese día comenzó todo ...
Yo tenía 12 años, pronta a cumplir los 13. Él tenía 17, se llamaba John y era todo lo que, hasta hoy, sigo soñando.
Era obvio, por la diferencia de edad, que jamás pasaría nada, con suerte una que otra palabra cruzada de vez en cuando y para lo justo y necesario ... Se convirtió en el más dulce y amargo amor platónico.
Pasó un año, durante 365 días no pude arrancarlo de mi cabeza, todo lo que hacía, cada paso, cada sueño, era pensando en él.
Llegó un nuevo aniversario del colegio y para mi felicidad nos tocó en la misma alianza, el 7mo básico y el 4to medio. Éramos la alianza negra (obviamente ganamos).
En la competencia musical en vivo cantaron, la Yoya (su mejor amiga y amiga mía también) y él "Canción para mi Muerte". Él tocaba la guitarra muy bien ... era tan lindo y a mis ojos de niña tan perfecto.
Luego, en el sketch hicieron a "Los Corazones Service" y subieron unas tremendas motos al escenario, estuvo muy bueno ... cuando ganamos, salimos todos al pasillo y me encontré con "Mister Ferman" y me preguntó que cómo nos había ido. Yo, dentro de toda mi disfonía, intenté contestarle que habíamos ganado, se reía el mister y yo miré hacia una de las motos que ya habían bajado del escenario y ahí estaba él y me miraba con una ternura infinita ... también sonreía por mi disfonía y mi intento de contestarle a Ferman.
Rápidamente llegó fin de año, él salía casi un mes antes de que yo terminara las clases. Les hicimos una despedida: "el día de los cuartos", tiramos agua, "azul con limón", pintura. Lo pasamos bien.
Como el 4to medio se había hecho cercano al 7mo, por lo de la alianza, se fueron a despedir a la sala. La Yoya dio un lindo discurso, bien emotivo.
Yo figuraba en una esquina, escondida ... mal.
Antes, más temprano en la mañana, le había entregado una tarjeta, donde le deseaba la mejor de las suertes para su vida post colegio. La tenía en el bolsillo de la camisa.
Cuando la Yoya terminó de hablar, se despidieron ... el Johny se acercó a mi, me abrazó, me dio un beso y me dijo al oído "gracias", en un susurro.
Si todo se hubiese acabado ahí yo no estaría escribiendo esto.
Lo vi después, un par de veces -en realidad más-
La última vez fue en una visita que hice al sur, en diciembre del 2003.
Jamás me lo he podido sacar de la cabeza y creo que nunca voy a ser capaz. Es una historia linda, gracias a ella empecé a escribir.
Siempre me acuerdo de él, con mucho cariño.
Tal vez el cariño es a su recuerdo ... a su fantasma que me viene a ver de vez en cuando.
