16.3.07

Mi pega ...

Si nos pusiéramos a pensar en lo discapacitados que somos, se acabarían de plano los conceptos “inválido”, “minusválido”, “discapacitado”, “loco”, “retrasado”, “idiota”, etc.

Si pudiésemos darnos cuenta de lo limitados que somos, no habría diferencias de ninguna índole, pues todos tenemos falencias en ciertas áreas. Hay algunos que vemos un número y nos paralizamos, otros tratan de dibujar toda su vida y jamás logran hacerlo como quisieran. Unos quisieran estar siempre alegres, otros ser más egoístas; algunos luchar más por sus derechos, otros poder sacar la voz para decir qué es lo que les pasa, qué es lo que sienten.

La diferencia es que si tenemos los dos ojos buenos, las cuatro extremidades, la mente funcionando bien, los que no se abstraen del
mundo, los que no miran la luna para calmarse; los que pueden pensar, concentrarse, desarrollar sus habilidades tienen una posibilidad de ser escuchados, vistos o tomados en cuenta.

Podemos ver, escuchar, expresar, sentir, pensar y llorar. Si me dieran a elegir, preferiría tener alguna “discapacidad” para tener la capacidad de no ver ni sentir ni escuchar ni pensar ni llorar y así ahorrarme todo lo que pasa en el mundo, los terremotos, los crímenes, los tsunamis, el odio, la venganza, etc.

En realidad escribo por escribir, no sé qué tan mal lo pase un niño, un adolescente o un adulto con algún tipo de discapacidad, no sé que es no haber visto jamás el mar o el cielo por ser ciega; no sé lo que es no escuchar qué pasa a mi alrededor por ser sorda; no sé lo que es no poder decir o sentir un te quiero; no sé lo que es ser 100% pura e inocente como un Down, tampoco qué se siente no sentir, ni tener un delirio o dejar de pensar.

La sociedad juega un papel fundamental, si nos sintiéramos menos poderosos sería todo distinto. Los “normales” deberían dejar de sentirse tan normales, porque más que mal no son –o somos, aún no es tiempo para sentirme parte de los distintos- perfectos, todos tenemos nuestras dificultades, a todos nos cuesta, nadie viene con la vida planeada y solucionada. Todos tuvimos que aprender a caminar, a escribir, a leer, etc., para nadie fue obra y gracia de la inercia o la osmosis.

La discapacidad es sólo la capacidad para ser distintos, si fuéramos todos iguales el mundo tendría menos gracia aún y eso sería desastroso, un mundo plano, un mundo sin más alegrías, sin más tristezas. No existiría la sensación de euforia que da escuchar por primera vez la palabra mamá, o un te amo, o un te odio, por último. Nadie sería feliz si un autista nunca pudiese abrazar o llorar o decirle a su mamá que la quiere…es por eso que luchamos, por lograr con ellos lo que todos creen que es lo más normal del mundo.

Insertarlos al mundo, conectarlos, hacer que un sordo se comunique, que hable, que un ciego lea y sea capaz de caminar solo por la calle, que un Down trabaje y siga tan cándido como siempre –porque si les quitáramos eso estaríamos cometiendo el más grande de los errores- que una persona que ha perdido sus dos piernas se pueda levantar y correr de nuevo, que un niño con parálisis cerebral, sienta, que se ría, que hable, etc.

Así, por esto, luchamos, porque haya comprensión, entendimiento y conocimiento. Que la sociedad se sensibilice y entienda que por más perfectos que nos veamos, por dentro estamos llenos de fallas y que por más imperfectos que se vean ellos, los otros, son perfectos por dentro.

Que se entienda, de una vez por todas, que “discapacidad” es sólo una palabra más en el diccionario y que en la práctica significa muy poco.

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